![]() |
A cinco años del golpe de Estado la represión continúa |
Por Domingo Godoy
Este 28 de junio se cumplen
cinco años del golpe de Estado, desde entonces la situación de los hondureños
se ha convertido en una tortura, los golpes a la clase trabajadora son
innumerables y cada vez más fuertes. Con el golpe de Estado, el imperialismo y
la oligarquía hondureña se jugaron al relanzamiento del neoliberalismo más
crudo, desatando su instinto asesino comparable al de una fiera acorralada, y
es que cientos de miles de hombres y mujeres día a día hacían temblar a los
golpistas, quienes, ante la falta de argumentos, se abrieron paso a punta de
balas, más de trescientos hermanos de clase pagaron con su vida el precio de la
dignidad de nuestro pueblo. No menos temible fue la propagación del hambre, de
inmediato se agravó el desempleo, se multiplicaron los paquetazos, y con ello
la miseria y la inseguridad que hizo de Honduras el país más peligroso del
mundo; de igual forma, se disparó el déficit fiscal, la deuda, la inflación, la
devaluación afectando a los más pobres, en cambio los más ricos se repartieron
los rubros más lucrativos, por medio de privatizaciones de empresas estatales y
concesiones de recursos mineros, hídricos y hasta se aprobaron las “Ciudades
Modelo”.
Por otra parte el Congreso
Nacional asumió súper poderes, manejó la política económica, secuestró las
instituciones fundamentales del Estado como la Corte Suprema de Justicia, la Fiscalía
General de la República, el Ministerio Público, entre otras; para facilitar el
desmantelamiento del país. En fin, perdimos hasta la capacidad de sorprendernos,
la correlación de fuerzas había cambiado totalmente, una fría impotencia se apoderaba
de las organizaciones, poco a poco la fuerza aplastante de la resistencia se
había reducido a la nostalgia. ¿Cómo se explica eso?
La dirigencia de LIBRE-FNRP contribuyó al
fortalecimiento del régimen
Para nosotros, la razón
determinante por la que no cayeron los golpistas es la estrategia de la
dirección del FNRP, y dicho de forma específica, la política de negociaciones y
pactos de José Manuel Zelaya Rosales a espaldas de las bases. Esto ya se ha
dicho muchas veces, sin embargo, la reiteramos por su importancia medular: el
Pacto de Cartagena es un hecho que cambió el curso de la historia, en él se
sintetiza no sólo la traición a la causa de la resistencia, porque únicamente
garantizó el retorno del expresidente, -que sin duda era una de las demandas-,
también contribuyó con el régimen frenando el alza revolucionaria. Las
negociaciones de San José y el Pacto Guaymuras sirvieron para definir ese
camino.
Parodiando a Eduardo
Galeano, podemos decir que para la dirección del FNRP-LIBRE, la estrategia es “como un violín que se toma con la
izquierda, pero se toca con la derecha”, lamentablemente esta concepción
confirma la profunda crisis de dirección revolucionaria que vivimos en el país.
Valoramos como muy progresivo que el pueblo trabajador haya roto con el
bipartidismo, este fue un avance en la conciencia política de la clase
trabajadora pero, de igual manera, debemos decir que la ideología del nuevo
partido que surgió, aunque tenga elementos progresistas, no representa los
intereses históricos de la clase trabajadora hondureña; LIBRE, debido al
control que ejerce sobre su política un sector burgués que vino del partido
liberal, ha desdibujado el perfil que los luchadores de la resistencia le
dieron en las calles y de ser un partido revolucionario, se ha convertido en un
partido burgués que llevó a la base a desgastarse en una campaña electoral,
para luego resignarse con el fraude, en vez de emplear todo ese despliegue para
frenar mediante la movilización, los ataques del gobierno contra el magisterio,
los campesinos, los sindicatos, y contra todas las medidas anti populares. La
continuación de esa mística es la ciega apuesta por la lucha parlamentaria y otra vez se demuestra que en la arena de la
democracia burguesa son ellos los que llevan el ritmo.
Todo lo anterior sería
impensable sin el rol de las organizaciones de izquierda que hacen parte del
melismo. No sorprende que sus dirigentes, quienes siguen el compás del caudillo
burgués, se alteren cuando les tocamos los clásicos principios marxistas de la
independencia de clase, la democracia interna, y la defensa del método obrero
de la huelga. Principios que estuvieron presentes en la Huelga bananera de
1954, por eso a 60 años sigue siendo la principal referencia de la lucha de
clases. Creemos que la huelga del 54 llegó más lejos por una razón clave; no
tenía lo que al FNRP-LIBRE les sobra, burgueses y burócratas.
Relancemos la resistencia preparando un paro
cívico
Todos los errores que suma
la pésima estrategia de esta dirigencia, desencadenan una serie de derrotas que
han desanimado a las bases, el mejor ejemplo es el magisterio que hace cuatro
años se paraba cuando quería y administraba con el gobierno el sistema
educativo y hoy teme por su trabajo. Entonces que no sea tan irresponsable la
dirigencia del FNRP, al decir que no convoca a movilizaciones porque la gente
no quiere luchar. En primer lugar, eso es falso y en segundo lugar, la
desmoralización de las bases gremiales es lo que Mel Zelaya quería; No
olvidamos cuando la dirigencia del FNRP
dijo que estaba para cosas más importantes que las luchas gremiales, eso que
ellos llamaban “más importante” eran las elecciones, el resultado final fue: ni
los derrotamos en las calles, ni los derrotamos en las urnas.
El pueblo no se resigna a quedarse con los
brazos cruzados, los campesinos han mantenido su beligerancia y han venido
hasta Tegucigalpa a decirnos que están en pie de lucha por la libertad de sus
presos políticos y sus procesados y por la Ley de transformación agraria sin
abandonar la toma de tierras; de igual forma los indígenas se mantienen firmes
en Río Blanco y en San Francisco de Opalaca, el magisterio derrotó la CAP, los
estudiantes universitarios tratan de reorganizarse, muchos colectivos del FNRP
mantienen su estructura y no dudan en luchar contra la represión del Congreso
Nacional, aunque muchos ya no tienen respeto la dirección. Todo esto nos lleva
a pensar que necesitamos un plan para potenciar todas estas luchas, hasta
organizar un Paro Cívico Nacional que nos recuerde nuestro enorme poder cuando
estamos organizados y en las calles. Puede ser otra táctica, pero no debemos
vacilar en retomar el “camino de mayo”.