Por Domingo Godoy
Honduras
experimenta un nuevo estallido de la lucha de clases, y no se trata de un rayo
en cielo sereno; las condiciones sociales y políticas que nos trajeron hasta aquí
tienen su raíz en la receta económica que aplica el imperio norteamericano por
medio del narco-gobierno que encabeza Juan Orlando Hernández. En este documento
abordaremos algunas de las principales medidas económicas que ayudan a entender
las bases materiales de la revuelta popular en curso, y a la vez, las razones
por las que los gringos sigue sosteniendo al actual régimen, lo cual es
determinante para definir el plan de lucha que debemos ejecutar para derrotar
de una vez por todas a la estructura criminal que controla el gobierno.
La versión
oficial indica que la economía hondureña goza de buena salud, ese ha sido el
discurso a lo largo de los últimos gobiernos, llegando a jugar con las cifras,
por ejemplo: el BCH dice que, “La producción nacional de bienes y servicios (…)
registró un crecimiento de 2.9% acumulado a marzo de 2019 (3.0% en igual
período de 2018)”, claro, luego tienen que, el crecimiento se da principalmente
en el sector financiero y en las telecomunicaciones, es decir, no en base productiva
de la economía.
Por su parte, la
empresa privada aclara que, desde hace más de dos años no se concretan nuevas
inversiones en el país, lo cual evidencia que la ola desenfrenada de
concesiones del Estado en el terreno de la generación eléctrica, minería y
fideicomisos en el sector construcción, lo cual solo beneficia a un reducido
grupo de empresa nacionales y extranjeras, es todo lo que ha hecho el actual
gobierno en esta materia. Desde luego, en una lógica de rapiña neocolonial que
drena nuestras riquezas naturales a la misma velocidad que los narco-políticos
saquean todo el erario público.
Según estudios
del FOSDEH, hasta el año 2018 Honduras tenía 137 concesiones mineras en
explotación, de las cuales Choluteca y el departamento de Valle suman 103. Curiosamente
también estos dos departamentos son campeones de la generación de energía
eléctrica, con 74 de los 300 proyectos concesionados. Desde luego, que no todos
esos proyectos están en producción; no obstante, Choluteca tiene 14 en
funcionamiento. No es casualidad que también sea el principal bastión de la
lucha por la caída del gobierno; como también lo fue Guapinol, una comunidad
del también combativo departamento de Colón, que logró frenar recientemente uno
de los proyectos de minería más destructivos.
En el mes de
mayo las negociaciones del gobierno con el FMI terminaron en un acuerdo a nivel
técnico, y representa la tabla de salvación para JOH ya que representa nuevos
endeudamientos del Estado hondureño, posiblemente por un monto de hasta US$311
millones. El anterior Acuerdo Stand-By tuvo como condición previa el despido de
miles de trabajadores, principalmente de la ENEE y Hondutel, y, como era de
esperarse, esta vez era el turno de la salud y la educación, por eso, el
gobierno se adelantó con recortes de presupuesto y emitiendo decretos
ministeriales orientados a acelerar la privatización de estos dos derechos y a la
ejecución de un plan de despidos.
El gobierno ha
tenido como prioridad en el presupuesto de la República, el pago del servicio
de la deuda, seguida de la inyección de dinero a la ENEE para saquearla y un
colosal robustecimiento de las Fuerzas Armadas. En 2010, la Secretaría de Salud
recibía el 8.22 % del Presupuesto General, mientras que en 2019 recibe el 5.63
%, es decir una caída de casi 3 puntos porcentuales en 9 años.
Estamos casi a
la mitad de del promedio en los países latinoamericanos que es de 10 % y no
digamos del promedio mundial que es de 13 %. Un comportamiento similar se
experimenta en educación, sin embargo nos interesa destacar que, según el INE,
el número de estudiantes entre 5 y 18 años que asistían a un centro educativo
cayó de 1,632,503 en el año 2012 a 1,452,948 en el 2018, es decir una reducción
de casi 200 mil personas. FOSDEH publicó en uno de sus documentos que, durante
el 2017, se importó aproximadamente L 253.72 millones en armas, revólveres,
pistolas y bombas, lo cual supera por mucho la inversión en educación. Con
estos números lo extraño sería que el pueblo no se desborde. Además la clase
trabajadora hondureña, en lo que va del siglo aprendió muchas lecciones, sobre
todo en los últimos diez años.
Los analistas de
la burguesía ya no hayan como explicar el fenómeno, aunque saben que la
oposición solo está pensando en elecciones, la culpan de todo. Han pretendido
descalificar a la Plataforma en Defensa de la Salud y la Educación Pública y no
quieren reconocer que las masas están haciendo experiencias organizativas y de
lucha al margen de las burocracias gremiales y de la cúpula de LIBRE. Es el
pueblo empobrecido por esta asfixiante calamidad económica, burlado por la
narco-dictadura, y harto de las humillaciones del imperio norteamericano, que
ha preferido arriesgar su vida en la lucha antes que esperar la muerte, ya sea
a causa de la terrible violencia, del hambre o en los hospitales.
Es por eso que
la salida de JOH es el eje del programa de esta insurrección en curso, y a
partir de ello, la lucha contra toda su desastrosa política. No se puede luchar
coherentemente contra ninguna reivindicación, si no se acompaña del ¡FUERA JOH!
¡Fuera el Imperialismo! y su instrumento, el FMI.
Por Domingo Godoy
Honduras
experimenta un nuevo estallido de la lucha de clases, y no se trata de un rayo
en cielo sereno; las condiciones sociales y políticas que nos trajeron hasta aquí
tienen su raíz en la receta económica que aplica el imperio norteamericano por
medio del narco-gobierno que encabeza Juan Orlando Hernández. En este documento
abordaremos algunas de las principales medidas económicas que ayudan a entender
las bases materiales de la revuelta popular en curso, y a la vez, las razones
por las que los gringos sigue sosteniendo al actual régimen, lo cual es
determinante para definir el plan de lucha que debemos ejecutar para derrotar
de una vez por todas a la estructura criminal que controla el gobierno.
La versión
oficial indica que la economía hondureña goza de buena salud, ese ha sido el
discurso a lo largo de los últimos gobiernos, llegando a jugar con las cifras,
por ejemplo: el BCH dice que, “La producción nacional de bienes y servicios (…)
registró un crecimiento de 2.9% acumulado a marzo de 2019 (3.0% en igual
período de 2018)”, claro, luego tienen que, el crecimiento se da principalmente
en el sector financiero y en las telecomunicaciones, es decir, no en base productiva
de la economía.
Por su parte, la
empresa privada aclara que, desde hace más de dos años no se concretan nuevas
inversiones en el país, lo cual evidencia que la ola desenfrenada de
concesiones del Estado en el terreno de la generación eléctrica, minería y
fideicomisos en el sector construcción, lo cual solo beneficia a un reducido
grupo de empresa nacionales y extranjeras, es todo lo que ha hecho el actual
gobierno en esta materia. Desde luego, en una lógica de rapiña neocolonial que
drena nuestras riquezas naturales a la misma velocidad que los narco-políticos
saquean todo el erario público.
Según estudios
del FOSDEH, hasta el año 2018 Honduras tenía 137 concesiones mineras en
explotación, de las cuales Choluteca y el departamento de Valle suman 103. Curiosamente
también estos dos departamentos son campeones de la generación de energía
eléctrica, con 74 de los 300 proyectos concesionados. Desde luego, que no todos
esos proyectos están en producción; no obstante, Choluteca tiene 14 en
funcionamiento. No es casualidad que también sea el principal bastión de la
lucha por la caída del gobierno; como también lo fue Guapinol, una comunidad
del también combativo departamento de Colón, que logró frenar recientemente uno
de los proyectos de minería más destructivos.
En el mes de
mayo las negociaciones del gobierno con el FMI terminaron en un acuerdo a nivel
técnico, y representa la tabla de salvación para JOH ya que representa nuevos
endeudamientos del Estado hondureño, posiblemente por un monto de hasta US$311
millones. El anterior Acuerdo Stand-By tuvo como condición previa el despido de
miles de trabajadores, principalmente de la ENEE y Hondutel, y, como era de
esperarse, esta vez era el turno de la salud y la educación, por eso, el
gobierno se adelantó con recortes de presupuesto y emitiendo decretos
ministeriales orientados a acelerar la privatización de estos dos derechos y a la
ejecución de un plan de despidos.
El gobierno ha
tenido como prioridad en el presupuesto de la República, el pago del servicio
de la deuda, seguida de la inyección de dinero a la ENEE para saquearla y un
colosal robustecimiento de las Fuerzas Armadas. En 2010, la Secretaría de Salud
recibía el 8.22 % del Presupuesto General, mientras que en 2019 recibe el 5.63
%, es decir una caída de casi 3 puntos porcentuales en 9 años.
Estamos casi a
la mitad de del promedio en los países latinoamericanos que es de 10 % y no
digamos del promedio mundial que es de 13 %. Un comportamiento similar se
experimenta en educación, sin embargo nos interesa destacar que, según el INE,
el número de estudiantes entre 5 y 18 años que asistían a un centro educativo
cayó de 1,632,503 en el año 2012 a 1,452,948 en el 2018, es decir una reducción
de casi 200 mil personas. FOSDEH publicó en uno de sus documentos que, durante
el 2017, se importó aproximadamente L 253.72 millones en armas, revólveres,
pistolas y bombas, lo cual supera por mucho la inversión en educación. Con
estos números lo extraño sería que el pueblo no se desborde. Además la clase
trabajadora hondureña, en lo que va del siglo aprendió muchas lecciones, sobre
todo en los últimos diez años.
Los analistas de
la burguesía ya no hayan como explicar el fenómeno, aunque saben que la
oposición solo está pensando en elecciones, la culpan de todo. Han pretendido
descalificar a la Plataforma en Defensa de la Salud y la Educación Pública y no
quieren reconocer que las masas están haciendo experiencias organizativas y de
lucha al margen de las burocracias gremiales y de la cúpula de LIBRE. Es el
pueblo empobrecido por esta asfixiante calamidad económica, burlado por la
narco-dictadura, y harto de las humillaciones del imperio norteamericano, que
ha preferido arriesgar su vida en la lucha antes que esperar la muerte, ya sea
a causa de la terrible violencia, del hambre o en los hospitales.
Es por eso que
la salida de JOH es el eje del programa de esta insurrección en curso, y a
partir de ello, la lucha contra toda su desastrosa política. No se puede luchar
coherentemente contra ninguna reivindicación, si no se acompaña del ¡FUERA JOH!
¡Fuera el Imperialismo! y su instrumento, el FMI.