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¡Fuera HIDROCEP! |
Por Allan Núñez
Debemos
a Jorge Manrique uno de los versos más recordados de la literatura universal:
“Nuestras vidas son los ríos/ que van a dar a la mar/ que es el morir”. Para el
poeta español del siglo XV, el río es una metáfora del flujo irreversible del
tiempo: la vida misma entendida como un río que nos arrastra ineludiblemente a
ese mar que es el morir. No sabemos si Berta Cáceres estudió a Manrique, de lo
que si tenemos certeza es que entendió muy bien que su vida fue un río: el
Gualcarque. Como río es también la vida de todos aquellos que hoy defienden el
río Mezapa.
La
lucha que ahora mismo protagonizan las distintas comunidades del sector
Pajuiles, aglutinadas en el Campamento Digno por el Agua y por la Vida, contra
la imposición de un proyecto hidroeléctrico en el río Mezapa, debe entenderse
como un paso más en el largo y pedregoso camino que nuestros pueblos deben
recorrer en la defensa de los recursos naturales y en repudio al modelo
extractivista que promueve el gobierno en beneficio de grandes empresarios
nacionales y extranjeros.
Entiéndase
por modelo extractivista aquellas modalidades de negocios consagrados a la
exploración, extracción, comercialización y procesamiento de importantes
recursos naturales como los minerales, el viento, el sol, carbón, madera y
agua, entre otros. Muchas de las empresas dedicadas a estos menesteres son
multinacionales con matriz en Estados Unidos, Inglaterra o Canadá y que operan,
directa o indirectamente, a través de una subcontrata, en terceros países.
En
Honduras existe una memoria larga del extractivismo que se remonta a la
Conquista cuando la Corona extrajo de nuestro subsuelo la plata y el oro
necesario para alimentar el ciclo mercantilista de la transición y constitución
del capitalismo en Europa. Se reafirma hacia la segunda mitad del siglo XIX,
cuando las compañías fruteras norteamericanas asolaron el norte del país con el
objeto de asegurar cantidad, buen precio e ingentes ganancias de consumo de
bananos en el mercado norteamericano.
El
modelo extractivista que hoy se impone a sangre y fuego en nuestro país hunde
sus raíces en aquellas experiencias y su eje es la apropiación privada de los
bienes naturales comunes para ser vendidos en el mercado mundial. Para ello los
gobiernos han diseñado un marco legal (Ley General de Aguas, Ley General de
Minerías, Ley de Reconversión en Deuda Pública, Ley de las Zedes o Ciudades
Modelos, Ley de Alianza Público-Privada y Ley de Fomento al Turismo) cuyo
propósito es el de proteger los intereses de los grandes empresarios en
detrimento de la mayoría social. El de las industrias extractivas es uno de los
negocios menos transparentes que existen en nuestra economía, ya de por sí
opaca en el común de los mortales. Destaca este modelo en que no respeta el
tiempo para que los bienes comunes naturales se reproduzcan, ni considera el
agotamiento y el daño irreversible sobre el medioambiente. No considera las
consecuencias a largo plazo, concentra tierras, fulmina territorios como
ocurrió con el Valle de Siria, expulsa pueblos hundiéndolos en el hambre y la
miseria y determina las inversiones de infraestructura pública y privada para
facilitar la extracción. Sus intereses están por encima de los derechos
humanos. Los actores de este modelo tienen nombres: es el presidente, los
diputados, alcaldes y grandes empresarios nacionales y extranjeros.
En
resumen, el modelo extractivo depreda la naturaleza, la corteza terrestre, los
recursos naturales y el ecosistema, todo ello con el afán de satisfacer los
intereses del capital. Esta carrera es insustentable y habrá que combatirla,
como en su momento lo hizo Berta Cáceres y ahora mismo las comunidades que
conforman la zona de Pajuiles. No será una lucha fácil. Según el Informe de las
Defensoras de Derechos Humanos (CDM) de 2013 a 2015 fueron 140 las defensoras
agredidas en la defensa de la tierra, territorios y recursos naturales. En
enero la organización Global Witness denunció que Honduras es el país más
peligroso del mundo para los ecologistas, constatando que de 2010 a la fecha se
cometieron 123 asesinatos en su contra.
El
Campamento Digno por el Agua y por la Vida en Pajuiles es un bello ejemplo de
resistencia contra el modelo extractivo que impulsa el actual gobierno.
Saludamos y respaldamos la labor desarrollada por el Movimiento Amplio por la
Dignidad y la Justicia (MADJ) en esta y otras comunidades por la defensa de
nuestros recursos naturales. Invitamos al conjunto de las organizaciones que
conforman el movimiento popular hondureño a articularse en una instancia
unitaria de lucha que construya un programa en donde uno de sus ejes sea la
defensa de los bienes comunes naturales, históricos y culturales, y defina un
plan de lucha encaminado a frenar los esfuerzos continuistas de JOH y sus
políticas de entrega y saqueo de los recursos naturales.