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Cuatro de treinta y tres estudiantes criminalizados |
Por Allan Núñez.
Las fuerzas represivas del Estado irrumpieron sin orden alguna en las instalaciones de la UNAH con el propósito de desmontar la toma que sostenían los estudiantes en solidaridad al proceso de condena que se le sigue a más de una veintena de sus compañeros. El acto se distinguió por su saña y odio, pero también porque nos hizo comprobar que Honduras atraviesa un estado de excepción, donde ninguna garantía permanece de pie.
Solo quien tiene el apoyo
decidido del régimen, actúa de la manera en como actuó Julieta Castellanos.
Tanto la rectora como el gobierno están interesados en acabar a cualquier costo
con el movimiento universitario, aunque con objetivos distintos. Para
Castellanos, la oposición estudiantil constituye una amenaza a sus privilegios
y un obstáculo que compromete su proyecto insigne de Cuarta Reforma. Para JOH
significaría barrer del mapa al único sector que se opondría en las calles al
fraude electoral de noviembre próximo. Estamos ante un maridaje por
conveniencia.
Sostenía Maquiavelo que las
armas deben reservarse para el último lugar, donde y cuando los otros medios no
basten. Después de lo ocurrido ayer pareciera que la rectora ha conversado
mucho con JOH y ha leído muy poco al pensador florentino. O tal vez piense que
ha llegado ya al último lugar. Durante su gestión nunca ha cesado de reprimir,
ni siquiera cuando se vio acorralada como ocurrió el año pasado. Su estrategia
ahí fue la de fingir que dialoga, pero fijando las reglas del diálogo por medio
de la fuerza. O sea, no mancha la cancha con cal, lo hace con plomo.
Para justificar la represión
ante la opinión pública, Castellanos hace referencia a la violencia de los
estudiantes encapuchados contra las fuerzas del orden, como si estos fueran dos
ejércitos comparables, o fracciones contendientes en un proceso de
fragmentación nacional. Así se las arregla para legitimar esa falacia, sin que
nadie le señale que una de las partes es la población estudiantil, con piedras
y lápices, y la otra es el Ejército hondureño, con todo el arsenal bélico a su
disposición.