Por Comité Central del PST
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Honduras y el mundo necesitan un Partido obrero y socialista |
Honduras atraviesa uno de los momentos más difíciles de su
historia, pero a la vez uno de los más esperanzadores. Después del golpe de
Estado de 2009, el análisis de la realidad revela cuatro grandes tendencias:
La primera es el
recrudecimiento de la estrategia neoliberal que, aunque ya venía aplicándose
desde los años 80s, en la era post Golpe se profundiza mediante la privatización
de empresas públicas como la ENEE, Hondutel, SANAA o servicios como la
Seguridad Social; la reducción de la inversión social en los servicios básicos
de la población (salud, educación, y otros) que no son lucrativas para el gran
capital; la privatización de los servicios sociales y de la infraestructura estatal;
el encarecimiento de la vida por la liberalización de los precios de los bienes
de consumo, entre otras. Todo lo anterior con dos propósitos: uno, fomentar el
pago de la inmoral y multimillonaria deuda externa a los organismos financieros
internacionales (FMI, Banco Mundial, BID), que en realidad dictan el rumbo de
la actividad económica de Honduras; y dos, acrecentar las multimillonarias
ganancias de la elite económica y social que detenta los hilos del poder económico
político y militar del país.
La segunda tendencia
es el fortalecimiento de una forma de gobierno cada vez más autoritaria,
centralizadora y militarizada. El golpe de Estado, la forma más elevada de
negación de la democracia, ha dado lugar a una forma de gobierno que concentra todos
los poderes del Estado en manos de una sola persona, como ocurre con el control
que JOH tiene del Congreso y de la Corte Suprema de Justicia, así como el
retroceso de las libertades democráticas y la cada vez más descarada practica
del fraude electoral, con vistas al continuismo del actual gobernante, vía su reelección.
Esta centralización va acompañada de una profunda militarización de la vida
nacional, por la cual las Fuerzas Armadas ocupan espacios estratégicos en los más
importantes aspectos de la vida nacional, desde la seguridad pública, a través
de la funesta Policía Militar hasta la rehabilitación de niños en situación de
riesgo social, entre otras tantas.
La tercera tendencia
es el sometimiento de los movimientos sociales populares y la eliminación de sus
principales conquistas sociales. Esto afecta de manera especial a la clase
trabajadora, como lo atestigua la perdida de conquistas del magisterio, los
sindicatos, los estudiantes, los campesinos y los pequeños propietarios,
sometidos todos a procesos de empobrecimiento, reducción de sus ingresos, súper
explotación y expoliación a través de tributos cada vez más elevados y
extendidos. El régimen logra esta eliminación de conquistas mediante tres
mecanismos distintos pero complementarios: 1) la represión y criminalización de
luchadores sociales y defensores de derechos humanos; 2) la cooptación de las
dirigencias del movimiento popular en especial de las centrales obreras y
campesinas, que se confabulan con el Estado para mantener sus privilegios a
costa del sacrificio de sus bases; y, 3) el abandono de la lucha popular por
parte de la cúpula de la Resistencia para enfocarse exclusivamente en la
actividad electoral del Partido LIBRE con el resultado de desmovilizar a la
combativa base del Frente Nacional de Resistencia Popular.
La cuarta tendencia
es la progresiva desnacionalización del Estado hondureño para beneficiar al
capital extranjero, que se expresa en las políticas de entrega inmisericorde de
nuestros recursos naturales (agua, petróleo, minerales, biodiversidad) nuestra
infraestructura de comunicaciones, así como el cercenamiento del territorio
nacional permitiendo la instalación de mini estados que rompen con la unidad
nacional, y la autonomía municipal y con la vigencia de la misma constitución
en las llamadas Zonas de Empleo y Desarrollo Económico (ZEDE) o “ciudades
modelo”. Asimismo, la pérdida de soberanía se expresa en la prestancia del
territorio nacional para el paso e instalación de bases y fuerzas de tarea de
ejércitos extranjeros, en particular del ejército de Estados Unidos, con el fin
de garantizar el avance en el proceso de recolonización de Honduras y de
nuestros países hermanos en la región.
Todas estas
tendencias son la expresión de un Sistema Capitalista salvaje, pero también
decadente, que se sustenta en las formas más grotescas de gobernar y sacar
ganancias. Frente a este sistema, el pueblo hondureño debemos oponer un sistema
de justicia social, de distribución equitativa de la riqueza producida, propiedad
social de los sectores estratégicos de la economía, a la vez sustentado en el
gobierno del pueblo a través de mecanismos democráticos participativos y no
solo representativos. A ese sistema alternativo le denominamos SOCIALISMO.
Y en esto somos
radicales: El Capitalismo no puede ser reformado ni mejorado, ya que la burguesía no
tiene la capacidad económica ni la voluntad política de garantizar bienestar
alguno al Pueblo. Sin destruir el capitalismo explotador y opresor, y sin construir una
sociedad socialista, de nada servirá cualquier reforma cosmética o triunfo
reivindicativo parcial del pueblo, ni siquiera será suficiente ganar las
elecciones a la Presidencia. La solución contundente y sostenible a los
principales problemas del país pasa por hacer una revolución socialista en
Honduras, a la cabeza de la cual sólo puede estar la clase trabajadora.
Para el triunfo de la
Revolución Socialista en Honduras, es necesario contar con una conducción
revolucionaria del movimiento popular; y la única forma de contar con esta es
construyendo un PARTIDO SOCIALISTA DE LA CLASE TRABAJADORA.
¿Existen las
condiciones para construir ese partido en Honduras? Si existen. De un lado
existe la necesidad de hacerlo, por lo expuesto anteriormente, y de otro lado,
desde el Golpe de Estado existe la fuerza social necesaria para darle sustento.
Nunca se había dado en Honduras un movimiento popular tan masivo y tan
organizado como el movimiento de RESISTENCIA POPULAR, que aglutina a más de un
millón de personas y que se ha convertido en el enemigo mortal de la burguesía
golpista vende patria. Esa poderosa fuerza social y política es la base con la
cual se puede construir la alternativa revolucionaria para el pueblo hondureño.
Tal hecho es esperanzador.
¿Existe ya ese
partido de la clase trabajadora y socialista? Lamentablemente la respuesta es NO
y por tanto debemos construirlo. Los partidos Nacional y Liberal representan a
la oligarquía vende patria, enemiga del pueblo; la Democracia Cristiana y Unificación
Democrática por su práctica son hoy día partidos
“bisagra”, serviles oportunistas de los grandes partidos oligárquicos; el
partido Alianza Patriótica (APN) es el partido de los militares golpistas de
ultraderecha; el Partido Anticorrupción y el PINU son partidos de derecha
reformistas, que quieren maquillar o mejorar el sistema capitalista y no
sustituirlo, pero que se colocan de lado de los partidos oligárquicos cuando se
trata de defender la propiedad privada, volviéndose enemigos de la lucha obrera
y popular.
En cuanto al Partido
LIBRE, existe una contradicción entre su base y su cúpula dirigente. Su base es
combativa, enemiga de la oligarquía y democrática; en cambio su cúpula
dirigente, encabezada por el caudillo Manuel Zelaya, es todo lo contrario. Sus
dirigentes utilizan un discurso “socialista” pero, de igual manera que el PAC y
el PINU, el partido LIBRE pretende reformar el capitalismo para “mejorarlo” y por
eso también es un partido burgués, no socialista.
Llamando a las cosas por su nombre, Manuel Zelaya fundó su partido para sacar a
la Resistencia de la calle y para que el pueblo resistente deposite sus
esperanzas en las elecciones y en la representación parlamentaria, no en la
lucha de la clase trabajadora; desde su retorno a Honduras, Zelaya castró la
combatividad popular y concertó acuerdos con el gobierno cachureco a fin de mantenerse
como una “oposición constructiva” en el Congreso Nacional, pero ha sido incapaz
de defender las conquistas sociales que el pueblo ha perdido en estos cinco
años y ni siquiera fue capaz de defender su éxito electoral. Por ese motivo, los
sectores populares que salen a luchar no encuentran apoyo militante en la
cúpula del FNRP ni en LIBRE.
Adicionalmente, LIBRE
es un partido que reproduce a su interior los mismos vicios antidemocráticos de
los partidos oligárquicos, donde se imponen candidatos, se excluye las voces
disidentes, y donde no se castiga la traición al pueblo. Por todo lo anterior,
LIBRE no es una real opción de cambio socialista.
Por lo anterior, es
una necesidad histórica en Honduras la construcción de un verdadero PARTIDO
SOCIALISTA DE LA CLASE TRABAJADORA. Un partido que tenga las siguientes
características:
1. Un partido que tenga
como principio toral la eliminación de la gran propiedad capitalista, y tenga
como objetivo la colectivización de las fábricas, los bancos, el gran comercio,
las empresas agroindustriales y de servicios, para que la riqueza que produzcan
se invierta en satisfacer las necesidades fundamentales del ser humano.
2. Un partido que tenga
como base social fundamental a la clase trabajadora (obreros, campesinos sin
tierra, subempleados y cuenta propia) enemiga mortal de la burguesía vende
patria y la única clase social capaz de construir un nuevo país con el sudor de
su frente; pero a su vez, capaz de establecer alianzas estratégicas con otros
movimientos sociales progresistas como los movimientos indígenas, estudiantiles,
de mujeres, LGTB, cristianos progresistas, y otros.
3. Un partido que no sea
electorero, sino que tenga como método privilegiado la lucha con métodos
obreros y populares; pero sin que descarte la utilización de otros métodos complementarios
(electorales, parlamentarios y culturales), para llevar a cabo una guerra total
contra el sistema capitalista.
4. Un partido democrático
que respete la decisión de las mayorías pero que también respete el disenso
interno, y lo incorpore en forma proporcional a sus instancias de dirección;
donde las decisiones principales se tomen en las asambleas y donde los
dirigentes no sean jefes sino voceros y ejecutivos de los mandatos de la base; un
partido que desarrolle la diversidad interna, y donde en particular se le dé
trato preferencial a las mujeres y las y los jóvenes.
5. Un partido
internacionalista, que se indigne contra la injusticia en cualquier parte del
mundo y contribuya a construir también un partido mundial para la revolución
socialista.
El Partido Socialista
de los Trabajadores (PST) lo invita a usted, compañero y compañera, a sumarse a
nuestras filas para construir ese partido.