Enero de 2015 conmemora el
aniversario 56 de la gloriosa Revolución Cubana. Este hecho representa el
primer proceso revolucionario victorioso en América. Su importancia para la
historia de nuestro continente aún se ve reflejada en la enorme influencia que
tiene esta revolución y sus dirigentes entre las viejas y nuevas generaciones
de revolucionarios.
Y esto no es casualidad. Desde el
primer día, la Cuba revolucionaria avanzó grandemente en materia de educación,
salud y combate a la hambruna. Avances que representan el orgullo del pueblo
cubano y de la izquierda en general. Esto en definitiva sólo fue posible
gracias a la existencia de un Estado Obrero y de una economía no capitalista en
la isla, la cual se sustentaba sobre la base de la estatización de medios de
producción, el monopolio del comercio exterior y la planificación económica.
Pero tampoco queremos ser miopes
políticos y negar que, a pesar de los avances que tuvo, la actualidad cubana
está marcada por enormes privaciones materiales para el pueblo y retrocesos
significativos en su nivel de vida, los cuales se reflejan en los dramáticos ataques
a la boleta de suministros básicos y los masivos despidos que realiza el
gobierno, que cada vez empuja a más trabajadores a sobrevivir de
cuentapropistas. Esta actual situación en Cuba es el resultado de que, a
diferencia de sus inicios, el Capitalismo se restauró desde hace algunos años en
el país caribeño.
Esta restauración se dio gracias
a, por un lado, factores externos como el criminal bloqueo que realiza el gobierno
yanqui, contra el cual nos oponemos férreamente, y la caída de la URSS, quien
fuera su principal socio económico. Y por el otro, al nefasto papel de los
Castro y del Partido Comunista Cubano para sostener la Revolución. Hablamos
concretamente del terrible error que cometieron al orientar al FSLN de “no
convertir a Nicaragua en otra Cuba”, o lo que es lo mismo, a no expropiar a la
burguesía en Centroamérica. Esto fue determinante para que tampoco el FSLN
triunfara en El Salvador y se evitó así la conformación de un bloque de Estados
Obreros en la región, y la consecuente marginación económica cubana.
El papel nefasto de los Castro no
paró allí, pues estos, al frente de un antidemocrático régimen de partido
único, también cercenaron las bases de la economía no capitalista en Cuba con
la aprobación de leyes como la de “Mercados agropecuarios libres” en 1994 y la
“Ley de inversiones extranjeras” en 1995. Estas leyes que cedieron ante el
ingreso de capital del imperialismo europeo y canadiense, principalmente,
también dieron paso a que las nuevas empresas se movieran por las leyes
burguesas del mercado [oferta y demanda] y que realizaran negocios
internacionalmente sin control estatal, dando como resultado que muchas de las
ganancias se escapen del país, tal como sucede en cualquier otro país
capitalista. Hoy día en Cuba, estos beneficios de los cuales hablamos, también
los disfruta una empresa hondureña, la Facuss Foods, propiedad del terrateniente
y asesino de campesinos, Miguel Facussé.
El último acuerdo de Raúl Castro
con Obama para restaurar relaciones entre Cuba y EE.UU. sólo es otro reflejo del
regreso del Capitalismo, puesto que por desgracia el acuerdo no fue producto de
la lucha y movilización de décadas del pueblo cubano, sino, del interés que
tienen los gringos de gozar de la mano de obra barata y educada de la cual
dispone Cuba, para enriquecer sus bolsillos. Obama y sus burgueses no se
quieren quedar por fuera del festín que la burguesía hará de la nueva Zona
Franca que se instala en el productivo Puerto de Mariel.
Por eso llamamos a que ningún
revolucionario se engañe con este acuerdo Obama-Castro. Esta no es una
victoria. Es el nuevo intento del imperialismo por avanzar en el proceso de
semi colonización de la Isla. La tarea actual es exigirle al gobierno cubano,
ese mismo que da amplias garantías al imperialismo para enriquecerse de sus
tierras, a dar las mayores libertades de organización, expresión y protesta.
Así como elecciones libres y la más amplia libertad sindical y partidaria para
que todo ciudadano cubano pueda defender las últimas conquistas alcanzadas con
la Revolución de 1959.