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La movilización estudiantil es la clave para acabar con las normas académicas. |
Por Ovet Córdova
Con el argumento de nivelar a la UNAH con los estándares académicos
internacionales, la rectora Julieta Castellanos está tratando de imponer un
paquete de medidas llamadas “Normas Académicas”, las cuales comprenden aspectos
como el incremento de los índices académicos (60% para conservar la calidad de
estudiante y 70% para aprobar asignaturas y egresar), además de la imposición
de cobros por servicios universitarios y multas a los estudiantes en caso de
reprobaciones. Aunque un sector de estudiantes y docentes respaldan las nuevas
medidas, la mayoría del estudiantado la rechaza completamente.
Los verdaderos fines
80 mil jóvenes no han realizado estudios superiores debido al excluyente
examen de admisión; con la aprobación de esta nueva normativa 14,500 jóvenes
serán expulsados por no contar con un índice de 60%. A nivel mundial, el
imperialismo en su actual etapa de crisis económica está imponiendo a los
gobiernos recortes en todos los servicios públicos, en América latina hay 21
millones de jóvenes sin poder estudiar ni trabajar (OIT; 2014). De igual
manera, en Honduras las oportunidades para la juventud se reducen cada día, el
26% (una cuarta parte de la juventud hondureña) no puede estudiar ni trabajar,
de ellos 8 de cada 10 son mujeres (INE; 2013). Hace unas semanas se anunció un
recorte de 700 millones de lempiras al sistema de educativo (www.radiohrn.hn;
AGO 2014).
Un estudio realizado en la UNAH reflejó que 25 mil estudiantes, es decir
el 30%; padecen de desnutrición (www.elheraldo.hn; 2014). Evidentemente, las
nuevas medidas “académicas” están orientadas a atacar a los estudiantes que
provienen de las familias más pobres. El examen de admisión y las “Normas
Académicas” son un macabro acuerdo entre el imperialismo, la burguesía nacional
y la burocracia universitaria para escoger qué estratos de las clases sociales
pueden realizar estudios superiores.
Movilicémonos contra las “Normas Académicas”
Pero la respuesta del estudiantado no se ha hecho esperar, el movimiento
estudiantil en su conjunto debe sentirse moralizado. Julio fue un mes de
luchas: una reunión del Concejo Universitario fue suspendida por las protestas,
luego de la brutal represión policial y el arresto del estudiante Darío Morán;
cuatro centros de la UNAH fueron cerrados por los estudiantes (Tegucigalpa, San
Pedro Sula, Comayagua y Danlí); posteriormente nuevas protestas y la toma de la
UNAH-vs (por segunda vez) obligó a la burocracia a suavizar su discurso;
pasaron de amenazar a los dirigentes con expulsiones y procesos judiciales a
decir que “comprendían la preocupación de los estudiantes” y “muchos de ellos
trabajan y no se pueden aprobar las Normas de forma abrupta (Presencia
Universitaria; 2014)”.
No debemos confiar en las declaraciones disfrazadas de la burocracia.
Solo la confianza en nuestras propias capacidades de movilizarnos y de
organizar un movimiento estudiantil democrático y orgánicamente sólido nos
armará para derrotar las políticas de privatización de los burócratas de la
UNAH y del gobierno de Juan Orlando Hernández.
Debemos de avanzar en la construcción de un plan general de lucha que
retome las principales demandas del estudiante. No a los cobros y no al 60% que
expulsaría a 14,500 estudiantes, No a las “Normas Académicas”.