
El Partido Socialista de los Trabajadores (PST) nos
manifestamos en total repudio a la agresión militar genocida del gobierno
israelí en contra de la población de la Franja de Gaza. En particular
condenamos los premeditados bombardeos que, mediante misiles y tanques,
emprende el régimen racista y sionista del Primer Ministro, Benjamín Netanyahu,
contra la población palestina indefensa, y en especial contra su población
infantil.
También condenamos al gobierno de los Estados Unidos
por el apoyo diplomático y económico que brinda a ese estado terrorista y
genocida. Obama envía más de 3 mil millones de dólares cada año para financiar
al ejército israelí, recursos sin los cuales no podría bombardear escuelas,
hospitales o casas de habitación.
Esta ofensiva es parte de una política global del
Estado terrorista-genocida de Israel, con apoyo de Estados Unidos, para
expulsar definitivamente a la población palestina, culminar la colonización de
todo el territorio que inicio en 1948 con el objetivo de expandir un Estado
gendarme que cuide los intereses de las transnacionales del petróleo en la
región. Sin embargo, a ese interés se contrapone la heroica resistencia del
pueblo palestino que no acepta el despojo de su territorio ni renuncia a su
existencia como nación.
Pero el peligro que se cierne sobre Palestina no solo
es militar, sino también político. Hace varios años que el Departamento de
Estado norteamericano busca impedir que se consolide la unidad del Estado
Palestino, procurando la división entre Hamas y Al Fatah, gobernantes en la
Franja de Gaza y en Cisjordania, respectivamente. Con esta ofensiva los
sionistas y el imperialismo buscan forzar, mediante el terror militar, a que Al
Fatah firme un acuerdo bilateral con Israel que excluya a Hamas para que se
rompa el Gobierno de Unidad Palestina, y así fortalecer la posición del
estado-terrorista. A eso conducen las actuales negociaciones dizque “de paz”
del jefe de la diplomacia gringa, John Kerry.
La hipocresía del gobierno norteamericano es tal que
mientras promueve esas conversaciones, aprueba en el Congreso norteamericano un
incremento de ayuda militar a Israel por el orden de 250 millones de dólares a
fin que Israel no se quede sin poder de fuego, y además bloquea toda acción de
la justicia internacional para sancionar a ese estado-delincuente.
La solución a esta situación pasa necesariamente por
construir un Estado Palestino laico, democrático y plurinacional, en el que
coexistan las diferentes etnias y religiones, como fue durante siglos antes de
la invasión sionista de 1948. Pero esa aspiración es obstaculizada por la
existencia del Estado racista y teocrático de Israel, el cual debe ser disuelto
para hacer posible la unificación de musulmanes, judíos y cristianos sobre la
base de la tolerancia y la inclusión. Mientras dicho estado exista, continuara
el genocidio y la guerra en la región.
Alto al genocidio contra la población de Gaza. Fuera
manos del imperialismo norteamericano en Palestina. Ninguna confianza en los
pactos promovidos por los Estados Unidos. Por el triunfo de la resistencia
palestina contra el invasor sionista.