Por: Fredín Fúnez
Cuando
a mediados de 2012, el Partido Socialista de los Trabajadores (PST) lanzó al
ruedo electoral la iniciativa de impulsar una Candidatura Independiente Socialista,
obrera, campesina y popular, buena parte del pueblo trabajador frunció el ceño.
Y no es para menos, en ese momento la dirigencia del Partido Libertad y
Refundación (Libre) reinaba soberana en el imaginario de los trabajadores, a
quienes convenció de que participando en el proceso electoral del 24 de
noviembre de 2013 resolverían su futuro como clase explotada.
Nosotros nunca
estuvimos seguros de esa pretendida “insurrección electoral” y desde un
principio advertimos que esa política de concentrar todas las fuerzas de la
resistencia en un improbable triunfo electoral, constituía una trampa diseñada por
la propia dirigencia de LIBRE, la burguesía y el imperialismo, en aras de
desviar las movilizaciones y enfrentamientos directos contra el régimen
golpista. Pese a ello, y conscientes de que las masas estaban ganadas para esa
política, nos vimos en la necesidad de impulsar
una Candidatura Independiente Socialista (CIS) con el único propósito de
dialogar con el pueblo trabajador, elevando un programa que reivindica las demandas
más sentidas de la clase trabajadora y educando a los obreros y campesinos bajo
la idea de que con estos procesos electorales los trabajadores no vamos a ningún
lado.
El
camino que nos llevó a constituirnos como la única alternativa electoral para
los trabajadores no fue fácil. Primero superamos con creces la meta de firmas
requeridas por el Tribunal Supremo Electoral (TSE) para inscribir la CIS, para
ello fue necesario el concurso de la juventud, los y las trabajadoras,
pobladores y la disciplina de nuestra militancia. Una vez inscritos, insistimos
desde nuestra modesta campaña electoral que la CIS estaría al servicio de las
luchas de la clase trabajadora y que nuestra participación en el proceso electoral
sólo tendría sentido si era percibida como una lucha más dentro de una
estrategia nacional de movilización popular.
De manera que las elecciones no lograron apartarnos, por ejemplo, ni un
centímetro de las luchas del magisterio por la defensa de sus conquistas;
lideramos junto a otras organizaciones la lucha por la defensa de la soberanía
nacional en contra del proyecto de las Ciudades Modelo; apoyamos el alzamiento
campesino por la recuperación de tierras en el Bajo Aguán, San Manuel Cortés,
Zacate Grande y otras regiones del territorio nacional; nos opusimos al concesionamiento
de los recursos naturales y al irrespeto y despojo del que son víctimas
nuestros pueblos originarios; acompañamos la lucha de las mujeres por el
respeto a sus derechos sexuales y reproductivos; denunciamos la privatización
de las empresas del estado y nos solidarizamos con el gremio médico y
enfermeras, en sus demandas por mejores salarios y condiciones dignas de
trabajo, etc.
Ahora
que cerramos este capítulo de la CIS, consideramos que el esfuerzo valió la
pena. Hoy no sólo contamos con un PST más robusto y seguro de sus pasos,
también sabemos que la clase trabajadora hondureña no fue indiferente a nuestra
propuesta y un amplio sector fue receptivo a nuestro mensaje, al menos así lo
indican los 20,429 votos y la posición número 29 que obtuvimos.
Sabedores
de que la CIS es un logro histórico de la clase trabajadora hondureña, agradecemos
junto a mi compañera de fórmula Devora Mejía el apoyo brindado a esta
candidatura e invitamos a los y las luchadoras, campesinos y estudiantes, y a
todos aquellos que en el andar entendieron que no basta únicamente con votar,
que también es necesario luchar, a que se sumen a las filas del PST, a que
juntos construyamos el partido revolucionario de la clase trabajadora,
herramienta indispensable para acabar con el capitalismo y despojar del poder a
la oligarquía e instaurar el socialismo.