El internacionalismo proletario*
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Afiche de los obreros mexicanos en solidaridad a la Huelga Bananera de 1954. |
Sólo los trabajadores
tienen la posibilidad de unir a todo el planeta en un nuevo tipo de sociedad,
completamente distinto al actual, que derribe los dos gigantescos obstáculos
para iniciar la solución a los grandes problemas de toda la humanidad: la
propiedad privada de los medios de producción y las fronteras nacionales que
dividen al planeta según intereses de diversas burguesías locales, regionales o
mundiales.
El vivir bajo
condiciones similares de explotación hace que entre los trabajadores de los
diversos países se geste, casi que naturalmente, un sentimiento de solidaridad
y necesidad de apoyarse mutuamente. Este sentimiento expresa, por encima de las
fronteras, el mismo sentimiento de identidad y solidaridad de clase que puede
existir entre los trabajadores de distintas empresas dentro de un mismo país;
especialmente cuando un sector está en lucha, defendiéndose de su respectivo
patrón. A veces se logran gestar grandes campañas de apoyo y solidaridad
internacional; igualmente, se desarrollan las relaciones entre las
organizaciones sindicales de unos países con otros, lazos que no sólo son
positivos, sino absolutamente necesarios.
Pero el
internacionalismo proletario trasciende el apoyo y la solidaridad entre los
trabajadores del mundo y parte del reconocimiento de su igualdad de intereses y
objetivos. La división del planeta en estados nacionales fue fundamental para
que el capitalismo lograra extenderse y dominar todo el planeta. La eliminación
consciente de tales estados nacionales, terminando la explotación y dominio de
unos sobre otros, terminando con la razón última de las guerras y
enfrentamientos que han causado la desgracia de la humanidad durante décadas,
sólo puede ser llevada a cabo por el proletariado triunfante en la enorme
mayoría de países, uniendo sus fuerzas y conformando una nueva estructura de
federación de estados y pueblos que puedan convivir armónica y pacíficamente
sobre el planeta. Pero para avanzar por el camino del verdadero internacionalismo,
es decisivo contar con una organización política internacional que una los
esfuerzos de las organizaciones políticas revolucionarias internacionalistas en
los diversos países.
El proletariado
mundial se planteó esta tarea hace ya mucho. Al servicio de ella estuvo la
Primera Internacional, fundada por Marx y Engels. Posteriormente la II
internacional, antes de su traición al apoyar a las burguesías nacionales en
los inicios de la I Guerra Mundial. La Tercera Internacional, construida por
Lenin y Trotsky al calor de la primera revolución obrera triunfante del mundo,
la revolución rusa de 1917, cumplió ese papel hasta cuando fue burocratizada y
disuelta por la burocracia encabezada por Stalin. La IV Internacional, fundada
por León Trotsky, perseguida implacablemente por el estalinismo mundial
—comenzando por el asesinato del mismo Trotsky—, planteó la continuidad de esta
tarea. La Liga Internacional de los Trabajadores – Cuarta Internacional,
fundada hace 30 años, batalla por la construcción de ese partido para la lucha
por el socialismo a nivel mundial.