Por
Allan Núñez.
Se
acerca el proceso electoral y aun sigue abierto el debate sobre la continuidad
o no de Marlon Escoto al frente de la Secretaría de Educación en el próximo
gobierno. Escoto, quien llegó al cargo en marzo de 2012 tras la salida de
Alejandro Ventura, rápidamente hizo olvidar las sospechas que sobre él se
cernían en relación a su pública filiación con el partido Libertad y
Refundación (LIBRE), convirtiéndose rápidamente en el bienamado del régimen
Lobo-Hernández.
Las
victorias de Escoto han sido fulgurantes y han suscitado la incondicional
admiración de la burguesía y su prensa. Más nosotros no sabemos si adscribirlas
más a sus capacidades que a la absoluta inconsistencia de los dirigentes
magisteriales, que por lo demás jamás han ganado una batalla.
Escoto
triunfa porque la dirigencia magisterial asistió al escenario de la lucha de
clases sin un plan estratégico ni político, en su lugar llevó un sueño de
gloria detrás del cual ha corrido durante los últimos dos años, sin despertar.
La dirigencia magisterial sueña con un gobierno de Libre, sueña que Xiomara
Castro será la redentora del magisterio, algo así como la madre protectora
incapaz de hacerle daño a sus vástagos. Olvidan en su plácido letargo que la
historia se repite una vez como tragedia y otra como farsa. Olvidan también que
los grandes enemigos vuelven a encontrar la concordia para mantener las
injusticias sociales.
El
Acuerdo de Cartagena implicó –entre otras cosas- la presencia de Libre en el
gobierno Lobo-Hernández, y esa presencia se llama Marlon Escoto, el ungido de
Mel Zelaya y el verdugo del magisterio. Por eso Zelaya eleva cirios y plegarias
cuando le hablan de Escoto, se deshace en elogios y hasta le cede el beneficio
de la duda en sus acciones más crueles; recientemente caracoleó afirmando que
si Libre gana las elecciones no tendrían empacho en ratificar en su cargo a
Escoto, previo visto bueno de la dirigencia magisterial.
Así
las cosas, ningún desenlace electoral es bueno para el magisterio y para el
movimiento obrero hondureño en general. Cualquiera de los partidos que salga
victorioso de los próximos comicios electorales, cualquiera sea el ministro de
educación que se elija, sea Escoto o no, jamás resolverá los problemas del
magisterio, por el contrario su tarea será hundirlo aún más en la zozobra y la
desesperación. El único camino que le queda al magisterio para sobreponerse de
la derrota y despojarse de sus enemigos de ayer y hoy, es la organización y la
movilización permanente.